ROSANA MENÉNDEZ | Makeup Artist | Como vivimos y como superamos nuestra infertilidad
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Como vivimos y como superamos nuestra infertilidad

28 Ene Como vivimos y como superamos nuestra infertilidad

Hola a todos y nuevamente bienvenidos al blog. Hoy me vais a permitir que me ponga seria para abordar un tema que poco tiene que ver con el maquillaje, un tema al que me gustaría darle visibilidad ya que estoy totalmente segura que puede ayudar a muchas personas que se encuentran a la misma situación que yo pasé hace años y también porqué no decirlo, me servirá como terapia para sacar unos sentimientos que llevaba ocultando mucho tiempo y de los cuales me quiero deshacer.

Hablo en singular como si hubiera sido yo la única persona que lo ha sufrido pero el tema aquí y como decía la canción de Luz Casal “importa solo a dos”.

Estoy hablando de la infertilidad, tanto masculina como femenina o en nuestro caso ambos, infertilidad mía y suya.

Nunca piensas que esto te vaya a pasar a tí ya que es algo básico, algo para lo que nacemos, de hecho lo hemos estudiado hasta la saciedad cuando éramos pequeños “el ser humano nace, crece, se reproduce y muere”, seguro que os acordáis.

Pues todo va bien hasta que llega el momento de reproducirse, al menos en mi caso.

Naces, tienes una infancia mas o menos feliz, creces, pasas por la adolescencia que da paso a tu vida adulta, conoces al amor de tu vida y de pronto todo parece ir sobre ruedas, te compras una casa, habláis de matrimonio, adoptáis un perrito y habláis de tener hijos.

Especialmente este ultimo tema es el que a las mujeres mas ilusión nos hace ya que estamos programadas biológicamente para ello, desde pequeñas jugamos con esos bebés que nos traen los reyes magos, cuidándolos con tanto mimo como si fueran nuestros propios hijos.

Pues cuando una pareja decide que ha llegado el momento de tener su primer hijo se pone al tema, los primeros 2 ó 3 meses pueden ser hasta divertidos, te ríes, imaginas que en ese momento sin tú notarlo puede estar gestándose algo dentro de tí, al mes siguiente te vuelve a venir la regla y  piensas “bueno quizá sea el mes que viene” pero mientras esperas a que eso suceda, sigues “practicando” hasta que tanta practica acaba perdiendo la gracia, la espontaneidad, perdiendo ese cortejo y esos preámbulos que preceden a toda relación sexual que se haga con amor.

A partir del 4-6 mes te empiezas a inquietar, a hacerte preguntas “¿me pasará algo?” “¿le pasará algo a él?” “tengo que ir al médico” pero mientras, sigues intentándolo aunque en este punto las relaciones sexuales se hacen por mero trámite, incluso las aborreces pero te obligas a ello porque precisamente estas en tus días fértiles y hay que hacer un esfuerzo, no vaya a ser que suene la flauta de casualidad.

Otra vez te vuelve a bajar la dichosa regla, a la cual acabas odiando dicho sea de paso y llega un día en el que le planteas a tu chico que es muy raro lo que os pasa (o mejor dicho lo que no os pasa) sin tener ambos ningún problema (ningún problema que se sepa obviamente) así que un día coges y llamas al ginecólogo para pedir cita.

Esperas el día X con mucha ilusión creyendo que en esa primera cita vas a salir con la solución a tus problemas y que el mes que viene ya vas a estar embarazada pero precisamente ese es el día en el que te vas a llevar el primer guantazo de realidad.

Le cuentas tu historia al Sr. doctor y con toda la empatía del mundo (léase en tono irónico) el señor te dice que el protocolo establece que hasta que no se lleve mas de 1 año intentándolo no se puede valorar que haya un problema de infertilidad así que te da la mano, te dice adiós muy buenas y hasta dentro de por lo menos otros 6 ó 7 meses más.

La cara que se te queda es de estupefacción mezclada con una pizca de desilusión, un poco de tristeza, otro poco de incomprensión y unas enormes ganas de llorar.

En mi caso concreto esa primera visita coincidió con mi traslado de trabajo de Palma de Mallorca a Valladolid, en Marzo de 2007 y también con la organización de nuestra boda, que fue en Julio de 2007, así que decidimos hacer un paréntesis durante ese tiempo hasta que estuviésemos instalados en nuestra nueva casa y hubiera pasado la boda.

Durante ese paréntesis te conviertes en una auténtica experta en identificar las señales que tu cuerpo te da para saber si estas en tus días fértiles, miras con lupa tus fluidos corporales para ver si es filamentoso o se parece a la clara de huevo, te tomas la temperatura basal, te observas el pecho intentando ver en él algún indicio, como que esté más sensible o más hinchado, tienes los 5 sentidos puestos en cualquier dolor, calambre o pinchazo abdominal y sigues praticando como no, pero ya sólo los días en cuestión, ya ni te molestas en un acercamiento durante el resto del mes, total ¿para que? si solo sabes que únicamente podrás quedarte embarazada durante un periodo de 12-24 horas a lo largo de todo el mes.

Y esto es algo que sucede sigilosa y silenciosamente;  la  infertilidad va apagando poco a poco la espontaneidad de la pareja, la alegría, las risas, el cortejo, esas pícaras miradas que os echáis cuando estáis reunidos con amigos y que sabes que significan “que cuando llegues a casa te va a caer la del pulpo”, todas estas cosas que son tan necesarias para la salud de la pareja.

Y sigues sin quedarte embarazada…

Bueno ya han pasado, entre boda, traslado y mudanza casi 1 año en mi caso,  y en otros casos, basta con ir a otro ginecólogo y decir que llevas casi 2 años intentando quedarte embarazada. He aquí también otra picaresca que se desarrolla durante este proceso porque decirme a mí, después del mazazo de realidad de la primera visita quién tiene la paciencia de esperar 1 año más con esa angustia en el cuerpo.

Pasado ese tiempo vuelves al médico y empiezas con las diversas pruebas para detectar si tenéis algún problema.

El primero en pasar por la palestra es él por razones obvias, es mas rápido, mucho mas sencillo y solamente es una prueba la que tiene que hacer; Así que ahí va el pobre como un corderito al matadero, con su bote esterilizado en la mano dispuesto a depositar en él su hombría.

Con un poco de suerte en la clínica habrá un cuarto privado especialmente preparado para ello, con sus revistas y sus películas pero durante todo este proceso, mi chico ha tenido que hacerlo hasta en unos baños públicos y también sé de casos que lo han hecho dentro de un coche en el parking.

La verdad que este aspecto podría mejorarse un poco por parte de ciertas clínicas, ya que es un trago bastante incómodo para ellos, no me quiero imaginar la situación de tener que “ponerte a tono” en mitad de un parking con la gente pasando a tu alrededor o en los baños dándote toda la prisa del mundo para evitar que nadie entre. Ahora os puede resultar gracioso pero os aseguro que en el momento en el que lo vives no le ves la gracia por ningún sitio.

Después de ese embarazoso momento, llega el día en el que te dan el resultado y éste no es nada alentador para los fines que como pareja teneis, en nuestro caso a él le fue diagnosticado OLIGOASTENOTERATOZOOSPERMIA. No voy a olvidar esta palabreja en mi vida porque he soñado con ella hasta la saciedad y si os preguntáis que es, os diré que ni más ni menos que pocos, vagos y con formas anómalas !!pleno!! no podía haber sido de otra manera, si había que tener algo pues vamos a tenerlo todo para que escatimar ¿no?.

Mazazo para mí por supuesto pero también lo fue para él aunque he de decir que él siempre lo ha llevado muchísimo mejor que yo, para él la posibilidad de no tener hijos nunca le ocasionó ningún problema, yo sin embargo, lo veía como la mayor de las desgracias.

Así que con ese diagnostico nos mandaron directamente a reproducción asistida.

Intentaron primeramente una inseminación artificial que no funcionó. Posteriormente nos hicieron un fecundación in vitro que tampoco funcionó.

Así contado parece liviano pero todo esto tiene mucha mas miga. Para hacer cualquier tipo de tratamiento de infertilidad hay que sobreestimular la producción de óvulos que se hayan en el interior de tus ovarios, cuando hablamos de sobreestimular no es hacer que tengas 3 ó 4 óvulos sino de 15, 20, 25 incluso las mas prolíficas han llegado a tener mas de 30.

Imaginaros 30 óvulos en vuestros ovarios, la sensación de malestar que tiene una consigo misma, el hinchazón de abdomen, eso por no hablar de los efectos colaterales que las hormonas que te has de pinchar tienen sobre tí.

Aumento de peso, dolores de cabeza, drásticos cambios de humor, distensión abdominal o sofocos, todo eso concentrado en 15 días, una auténtica bomba de relojería que además viene acompañada de la presión psicológica que te autoimpones porque NO PUEDES NI DEBES fallar esta vez.

El tener hijos es una función básica del ser humano, a todos se nos presupone (como el valor durante el servicio militar), no cabe la posibilidad de que ni tan siquiera no valgas para reproducirte porque si algo pasa por nuestra cabeza es eso, un sentimiento de frustración que mina nuestra autoestima como mujer, mujeres que no pueden tener hijos  ¿donde se ha visto eso?.

Te sientes una mierda, un bicho raro, no vales para nada, te hundes cada día mas con cada negativo, con cada tratamiento suspendido porque no está yendo como se espera, por la calle no haces mas que ver mujeres embarazadas, carritos de bebés, tus amigas se confabulan en contra tuya para quedarse embarazadas a la vez y tú las odias por eso, y quien diga lo contrario miente.

Pero si tú que me estas leyendo y te estas viendo reflejada en estas palabras, quiero que sepas que son sentimientos totalmente normales asociados a un proceso tan agresivo y tan fuerte para nuestro cuerpo como un tratamiento de infertilidad, esta es la letra pequeña de este contrato, aquello que ningún médico te cuenta. Puedes sentirte así pero nunca te culpes por ello, es fundamental deshacerse de ese sentimiento de culpa ya que al final, es el quemas daño nos hace.

Hasta ahora he hablado de la mujer sólo pero no olvidemos que en esta historia hay dos implicados.

¿Cómo crees que se siente él viéndote echa polvo y llorando todo el día, sabiendo que la causa de todos “tus males” son sus espermatozoides? Pues ya os contesto yo, mal, muy mal, horriblemente mal, pero te quiere tanto que intenta animarte todos los días, te saca a comer o cenar, te obliga a quedar con amigos, os vais de vacaciones, te cuenta chistes malos mientras cenais, hace cualquier cosa que te ayude a sentirte mejor hasta que un día no puede mas, llega a su límite y llorando te dice que te quiere tanto que solo quiere que tú seas feliz y que si para ello él debe apartarse de tu camino para que tú cumplas tu sueño de ser madre, lo va a hacer.

Cuando yo llegué a este punto de mi vida en el que me sentía totalmente deprimida y frustrada como mujer y con un marido a mi lado a punto de llegar al colapso psicológico de tener que tirar siempre de mí, tuve la valentía de parar todo esto, hablar conmigo misma y decirme “Rosana no puedes seguir así, no puedes basar tu felicidad en tener o no tener hijos porque en la situación en la que estas en estos momentos, lo mas seguro es que no lleguen nunca así que párate, mira a tu alrededor, observa quien está a tu lado, lo mucho que estas sufriendo tú, lo mucho que con tu actitud le estas haciendo sufrir a él. Llevas un año y medio de tratamientos y lo único que has conseguido es hundirte cada vez mas así que si llegado a este punto no ha funcionado nada de lo que has hecho pues tendrás que pasar al plan B

¿Y cual fue nuestro plan B? Primero parar y coger fuerzas, y posteriormente asumir que no todas las parejas tienen hijos y que si eso llegaba a suceder, no tenía por qué ser una tragedia, ya que si basábamos nuestra felicidad en tener hijos, íbamos a tener problemas siempre. En esta pareja éramos dos y todo lo demás, incluidos los hijos, serían elementos secundarios que entrarían en juego (o no) en algún momento de nuestra vida, al igual que lo hacen familiares, amigos, compañeros de trabajo etc…

Decidímos que nos íbamos a hacer un único tratamiento mas, solo uno mas, no quería seguir sufriendo porque me dí cuenta que me estaba olvidando de disfrutar de la vida.

Dado que teníamos por delante una oportunidad solamente, preparé mi cuerpo de la mejor manera que pude, acudí a la osteopatía, homeopatía y acupuntura.

Dejé de tomar lácteos, el consumo de carne se limitó bastante, aumenté la ingesta de frutas y verduras, en definitiva, empecé a llevar una alimentación mas saludable y es que había que preparar bien el nido del que podría ser mi próximo hijo.

Solicité pruebas médicas mas exhaustivas y fue ahí donde encontramos un obstáculo mas a superar, mi infertilidad, baja reserva ovárica, ovario izquierdo vago y una calidad de óvulos cercanos a la menopausia.

Con todo eso se pudo tomar la decisión de dejar las FIV y recurrir a las ICSI (microinyecciones introcitoplasmáticas) es decir, elegían al mejor de los espermatozoides y al mejor de mis óvulos y los fecundaban ellos mismos en el laboratorio.

Una nueva hoja de ruta.

Pasados unos meses de descanso y de preparación física y mental empezamos el último tratamiento, un 12 Octubre de 2008 me puse mi primer pinchazo de Gonal sentada en el maletero de mi Citroen Xsara.

Fueron semanas de subidas y bajadas, de varios pinchazos al día, pinchazos en casa y fuera de casa, hasta en los vestuarios del trabajo porque quería normalizarlo todo, no quería que volviéramos a caer ese pozo del que nos costó tanto salir.

El tratamiento llegaba a su fin, me extrajeron 14 óvulos de los cuales únicamente fueron aptos para fecundar 6 ó 7 no recuerdo exactamente. Se pudieron finalmente fecundar 5 de los cuales solo 3 salieron adelante.

Yo mientras seguía con mi vida, no cogí la baja en el trabajo como en las anteriores ocasiones; Soy policía nacional y el día que me llamaron de la clínica para hacerme la transferencia de embriones yo me encontraba haciendo un seguimiento a unas personas sospechosas de ser autores de robos con fuerza, pero las circunstancias hicieron que el dispositivo tuviera que ser suspendido para que yo fuera a la clínica.

Alli me presenté con todos los nervios del mundo a pesar de que el Dr. me dijo que todo pintaba genial y que los embriones progresaban adecuadamente.

Pasé al interior y mientras con una cánula introducían esos embriones dentro de mí, yo escuchaba  por el hilo musical de la clínica la canción “Viva la Vida” de ColdPlay, toda una señal.

Vale pues ya esta hecho, ahora toca esperar, esperar 15 largos días y ¿que os puedo contar de esos 15 días? Pues que son los días mas angustiosos de tu vida a pesar de que deberían de ser los mas tranquilos, que se te pasa por la cabeza todo tipo de pensamientos, positivos y negativos, que por momentos sientes que todo va a ir bien pero a los 5 minutos te vienes abajo y rompes a llorar.

Analizas TODO tu cuerpo en busca de un puñetero síntoma que te indique que estas embarazada, te miras los pezones, te tocas la tripa, analizas si tienes mas apetito de la cuenta, mas sueño de la cuenta y ya no os cuento cuando se va a cercando el día de lo que las chicas que hemos pasado por esto llamamos “la Beta” .

La Beta no es mas que la hormona gonadotropina coriónica humana (llamada también beta-hCG) y es producida solo por las mujeres embarazadas desde que el embrión empieza a evolucionar alrededor del décimo día de embarazo (ya os dije que nos convertimos en unas expertas).

Próximo al día de la Beta sientes un auténtico terror a notar cualquier dolor de regla, bien  sea abdominal o lumbar, ir a hacer pis es una pesadilla no vaya a ser que te encuentres ese manchado marrón que precede a toda regla y así tienes que aguantar hasta mínimo el día 15 post-transferencia.

Yo recuerdo que mis 15 días post-transfer fueron un manojo de nervios ya que habíamos jugado todas nuestras cartas, la suerte estaba echada. Iba a trabajar, salía con amigos, no guardaba reposo, como os he dicho anteriormente, no quería que la infertilidad se apoderase de mí y de mi vida pero eso sí, la noche antes de la analítica me vine abajo cuando fui al baño a hacer pis y me encontré que había manchado.

Lo que yo lloré esa noche nadie lo sabe pero después de ese sofocón me quedé tranquila y en calma, me desahogué, me dije a mí misma que no sufriera más, que todo había acabado y que tenía que estar orgullosa de haberlo intentado y con esa sensación me quedé, “lo intentaste, no pudo ser, pero lo intentaste”.

Al día siguiente me levanté, me hice la analítica de sangre y me fui a sacar al perro. Paseando con Chester pasé por delante de la farmacia y me compré un test de embarazo para que me confirmara lo que la analítica me diría dentro de unas horas, tenía que materializar ese negativo para iniciar una nueva etapa en mi vida.

Llegué a casa, hice el test y lo deje reposar en el lavabo, me preparé el desayuno y cuando acabé de desayunar me enfrenté al resultado.

Lo que ví fue lo siguiente

¿Eso es una doble raya? Miré las instrucciones, 2, 3 veces, volví a ver el test, mi cara de asombro era considerable, volví a mirar nuevamente las instrucciones y al final tuve que aceptar que !!!estaba embarazada!!.

Y aquí es donde se produce uno de los momentos mas importantes en una pareja, el decirle a él que estas embarazada.

Para nada fue como en las películas, ni nada romántico, ni sonaban violines de fondo pero aún así fue perfecto para nosotros.

Horas mas tarde mientras yo asimilaba la noticia, mi chico fue a por los resultados a la clínica

Y a partir de este momento ya empieza otra historia diferente que tampoco fue tan feliz como yo me imaginaba que sería, el embarazo.

Esta es nuestra historia, un camino muy doloroso que no ha hecho más que hacernos personalmente mas fuertes a cada uno de nosotros y con final feliz.

Cuando estamos en una reunión de amigos y hay alguna pareja sin hijos ya no preguntamos “¿para cuando los niños?”, no nos convertimos en esos padres que solo hablan de sus hijos mientras que los demás escuchan pacientemente, no les decimos “iros de vacaciones ya veras como te quedas embarazada” porque dicho sea de paso, si me dieran un euro por la cantidad de veces que he tenido que escuchar lo de las dichosas vacaciones, mi cuenta bancaria aumentaría considerablemente.

Son parejas que aunque no lo exterioricen están sufriendo y nosotros no podemos ni debemos meter el dedo en la llaga para remover esa herida.

Por mí experiencia lo único que nos hacía sentir mejor, era escuchar testimonios de otras personas que habían pasado por lo mismo, no nos valía otro tipo de personas porque por mucho que empatizasen con nosotros NUNCA iban a llegar a comprender como nos sentíamos.

Nunca ha sido un tema del que me gustase hablar, precisamente por eso que os comentaba al principio, me siento frustrada por haber necesitado ayuda para tener a mis hijas, me hubiera gustado que hubieran sido el fruto de un acto de amor entre su padre y yo y que no hubieran entrado en juego tantas personas.

Cuando me han preguntado “¿pero tienes antecedentes en tu familia de mellizos?”, lo cual me parece una pregunta de lo mas absurda, ya que nadie va por ahí preguntando a la gente “¿tienes antecedentes de alguien rubio/moreno/alto/bajo/o pelirrojo en tu familia?” reconozco haber mentido porque me avergüenza decir que no, que no tengo antecedentes, que no tengo la capacidad de reproducirme sino es con ayuda medica, pero para sanar eso, el primer paso pasa por reconocerlo y asumir que soy madre gracias a la ciencia.

Y para finalizar quería decirle a esas parejas que están pasando por esta situación que a veces se consigue, no sin antes sumar a ese viaje una mochila de sufrimiento muy muy pesada pero otras veces no, es la realidad no os voy a engañar, no todo el mundo consigue ese embarazo con lo cual hay que tener siempre un plan B.

Y el plan B para mí mas importante es asumir que hemos sido educados en una sociedad en la que se nos ha inculcado generación tras generación que lo socialmente aceptado es casarte y tener hijos y con esa programación vivimos, pero creerme cuando os digo que no tiene porque ser así.

Hay que aprender a vivir primero con uno mismo, eso es fundamental, no basar tu bienestar ni tu felicidad ni en un marido ni en unos hijos ya si el marido te falla o los hijos no llegan nunca ¿que vas a hacer? ¿ser una amargada/o toda la vida? Lo mas importante eres tú, quererte tú y valorarte tú, así el estar con los demás pasa a ser  una cuestión de elección y no de necesidad.

Y comprender que si una pareja no tiene hijos no pasa nada, hay muchísimas cosas que cuidar, hacer crecer y evolucionar dentro de ella sin necesidad de que haya niños de por medio, es más, en el momento que llegan los hijos olvidaros de la pareja por unos cuantos años porque la verdadera prueba de fuego de la misma no es ni la infidelidad, ni los celos, ni la suegra, ni el dinero ni nada de eso, son los hijos.

Los hijos no unen, como nos han vendido socialmente, desunen y mucho, pero si los cimientos son buenos, cuando los peores años de la crianza de un hijo pasen, todo volverá a ser como antes e incluso mejor.

Bueno pues hasta aquí mi historia, espero que no os haya resultado muy pesada. Todo lo que os he contado ha sido desde mi experiencia y desde la experiencia de otras parejas que me ido encontrando a lo largo de ese camino.

Si estas palabras pueden ayudar aunque sea a una sola persona ya me doy por satisfecha porque  en este camino de la infertilidad hay muchas sombras, mucho tabú y es necesario darle visibilidad para ayudar a que otras personas no se sientan mal consigo mismas.

Hasta pronto

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